¿Mi perro es dominante?

¿Tu perro quiere ser el alfa en tu manada? Descúbrelo

Tanto en educación canina como en la vida, es curioso como algunas creencias calan tan hondo que no desaparecen aunque aportes conocimientos científicos que las contradigan.

Hoy voy a ayudarte a entender si tu perro es dominante o no


La teoría de la dominancia y la manada

Esta es una “teoría” que oigo mucho de amigos y conocidos. Se lo atribuyo a shows televisivos que lo difunden — como el de Cesar Millán, que se basan en una teoría sacada de observaciones en familias — manadas — de lobos, hace mucho tiempo. Antes de que empezaran a aplicarse la mayoría de las demás teorías y técnicas actuales sobre educación canina.

Según esta teoría tan popularizada, los perros buscan dominar a los demás miembros de un grupo social — no manada— en el que están, y así consiguen lo que quieren.

¿Qué sería un perro dominante?

Según la creencia popular, un perro dominante sería aquel que consigue todo lo que quiere en casa. Él pone las reglas y tiene atemorizados a los familiares con su agresividad. Come, pasea, hace sus necesidades, etc. “Cuando quiere”.

Da miedo que pueda llegar a pasar esto, ¿verdad?

Pero si tu perro se comporta como un niño mal criado, igual… es que eso es lo que es.

Un perro dominante se confunde a menudo con un perro mal educado. Es un perro que no se ha comunicado correctamente con sus dueños y no sabe cómo ni cuando debe hacer cada una de las cosas que se le piden para una convivencia sana.

Si educamos a nuestro perro con miedo a que nos domine, no acabaremos bien.

La ignorancia a lo desconocido genera miedo. Si el miedo es alimentado, este aumenta y causa dolor. Y el dolor lleva al odio y sufrimiento.


La psicología del perro y la jerarquía

Me voy a poner muy serio con el tema, porque ya está bien de que haya tanta desinformación con la de cosas que se han descubierto y contrastado sobre los perros.

Cuando entiendas mejor a tu perro desmentirás la teoría de la dominancia.

Un perro realmente no quiere — ni necesita — dominar a otros para conseguir lo que quiere. Con una buena comunicación le basta y le sobra.

Si nos informamos sobre investigaciones en grupos asilvestrados de perros —perros domésticos que viven sin seres humanos — veremos que normalmente no hay una jerarquía rígida, si no que esta es muy flexible.

La jerarquía en perros asilvestrados se ve por a quién se hace más caso cuando se decide una ruta, que suele ser al perro más mayor o al que más amigos tiene. Por tanto, en los perros, el “alfa” es el perro más popular y querido por otros, ya sea por edad o por saber hacer amigos. No el más agresivo.

De todas formas, la jerarquía solo predice con qué prioridad los perros acceden a recursos como la comida o las parejas. Poco más.

Un perro puede querer muchas cosas, pero su mente no funciona para estar por encima de ti en un orden jerárquico que nos hemos inventado para hacernos respetar en casa. Una cosa es la autoridad — que a veces hace falta con algunos perros — y otra muy distinta el complejo sistema de dominancia.

La jerarquía no define la vida entera de los perros, a pesar de lo que algunos aún siguen pensando.

Por contraste, en los lobos — cuyo cerebro es significativamente más complejo que el de los perros — la jerarquía es más fija porque los “alfa” pueden ser los padres biológicos de todos los demás y no dejan que los betas se reproduzcan, haciendo que los betas cuiden de los cachorros alfa e incluso matando a los cachorros “beta” si hace falta.

Y de todas formas, el término alfa debería dejar de usarse tan a la ligera. El propio divulgador que hizo famoso ese término en los años 70, se retractó de ello, aunque demasiado tarde:

Cómo los perros entienden las cosas

El perro por defecto no se comporta como un ser humano, pero ha sido seleccionado para aprender cosas por sí mismo a la vez que es amigable con las personas.

Un perro es capaz de leer el lenguaje gestual humano mucho mejor que nosotros, y reacciona a él como cree que debe. Relaciona gestos, conceptos y consecuencias. Hace más caso a lo que hacemos que a lo que decimos. Es parte de su naturaleza.

Recibe una educación, aunque sea involuntaria

El peligro es que a menudo somos incoherentes. Si el animal ha llegado a una asociación correcta (dicen “fuera” = me marcho) la educación habrá sido un éxito. Pero si llega a una conclusión errónea (dicen “fuera” = juego más enérgico) no, y según qué cosas pueden hacer parecer al perro un rebelde… dominante.

Los perros son como niños

Si acaban entendiéndote bien, no hay lugar para la desobediencia. Hay perros que una vez empiezan a ser adiestrados demuestran un cambio tan increíble, que parecen cambiar de personalidad.

Resulta que no iba tirando de la correa delante tuyo porque quisiera escalar en la jerarquía de tu familia. Era porque usabas un arnés de espalda — que están pensados para que tiren — y aprendió de cachorro a pasear de esta forma, justo en un período de ansiedad mal gestionada durante el paseo. O combinado con la ebullición hormonal de la adolescencia.

Antes de seguir pensando en dominancia, te recomiendo que aprendas a leer el lenguaje corporal de tu perro, y que leas el artículo sobre educación en positivo para encontrar una alternativa útil de educación


Por si sigues con dudas y crees que hasta ahora tratar a los perros como lobos adolescentes de tu propia sangre te ha funcionado, vamos a ponernos prácticos.

¿De qué te sirve “ser un alfa”?

Tenemos que empezar a plantearnos si sigue siendo útil ver a tu perro como competencia dentro del grupo social.

Contéstame honestamente

¿Con esta forma de ver las cosas, solucionas los problemas que tienes con tu perro a largo plazo?

Obviamente hay gente a la que le sirve este sistema. Si no, este no hubiera sobrevivido con el paso del tiempo ni tendría tantos seguidores. Como el caso de un ingeniero —no en psicología canina — que respondió una de mis preguntas en Quora. Citaré la parte en la que habla del tema:

“He tenido o tengo 6 perros, por orden cronológico, Chau-chau negro, Pastor alemán blanco, Rottweiler, Pastor alemán, mezcla de Pastor belga y otra raza y, actualmente, un Beagle, todos machos.

Ninguno necesitó adiestramiento especial, simplemente, en la “manada” yo era el macho alfa, mi mujer la hembra alfa, mis hijos, y ahora mis nietos, los machos y hembras beta y mis perros (a veces he tenido dos a la vez, el Pastor alemán blanco y el Rottweiler y el Pastor alemán y él mezcla de Pastor belga y otra raza) los machos epsilon (por aquello de “Un mundo feliz”, de Aldus Huxley).

Desde cachorros aprendieron que ellos eran los últimos de la “manada” y ni siquiera necesitamos recurrir a métodos “pavlovnianos”. Salvo en la primera o segunda ocasión, nunca se subieron al sofá o a los sillones y, mucho menos a las camas, un simple periódico enrollado, un golpe en el suelo y problema resuelto de por vida, a lo sumo, y no todos, si alguien estaba enfermo o impedido, les gustaba dormitar a los pies de la cama o del sofá.”

(fuente)

Dejando a un lado las incongruencias — que son muchas —  y lo ridículo que suena todo, este ejemplo es como decir que castigar físicamente a un crío siempre ha funcionado y siempre se debería de hacer. Como le ha servido, lo seguirá haciendo. Quizás por inseguridad. Pero de la autoridad al abuso de fuerza hay un paso.

El crío/perro se volverá tranquilo y callado en el corto plazo, pero todo tiene un precio, pásate solo un poco y causarás problemas psicológicos a largo plazo — miedo, odio, falta de autoestima o autocontrol, etc —. Dudo que alguien al que le gusten los animales quiera eso.

Desde la actitud y tensión que genera en nosotros esa forma de ver al perro, lo único que hacemos es complicarnos la vida, generamos confusión y malestar. A ambos.

Además, no sirve de nada.

Si no hay buena comunicación, es como si además de pegar a tu hijo, no le dijeras qué ha hecho mal ni le explicases qué debe hacer para que le dejes de pegar. Es una pesadilla.

El perro no entiende todo lo que hacemos y decimos. Si no le comunicamos qué queremos, solo recibirá golpes físicos y psicológicos. No tiene sentido para él.

Creamos en el perro un estado crónico de buscar la reconciliación contigo. Quiere saber qué ha hecho mal.

Cuando empiezas a tratar a un perro mal, se puede ver cómo este intenta hacer las paces contigo. Y la vuestra, se convierte en una relación tóxica.

Forma parte de la naturaleza de un animal tan social. Si le hicieras lo mismo a un gato sería muy distinto, ya que este huiría de ti siempre.

Es normal que si no se entiende el lenguaje corporal del perro no se perciba el malestar que el perro tiene, y la gente piense que con este sistema basta, a menos que haya consecuencias más visibles.

Creamos un nuevo problema peor que el anterior

Es normal que un perro agresivo acabe mucho peor si le gritamos cada vez que intenta atacar a otro, sin darle alternativas — educarlo. Al reaccionar así, estamos alimentando la emoción negativa.

La agresividad puede aparecer durante un estado emocional extremo durante el cual, el perro solo tiene una cosa en la cabeza: luchar o huir. Si consigues que tu perro deje de intentar morderte asustándolo, en cuanto aprendas un poco sobre psicología canina verás que simplemente le has hecho huir.

A causa de las asociaciones neuronales que el perro tiene establecidas, el estado emocional volverá a repetirse en un futuro con más facilidad e intensidad… has alimentado la agresión con miedo. No le has dado una solución, sino una huida. Lo cual habrá mermado la autoestima del perro y vuestro vínculo.

Lo peor, es que los que suelen aplicar los principios de jerarquías a estos problemas, los aplican con más fuerza ante los nuevos problemas generados por ellos mismos.

Y así entramos en un bucle sin fin, o hasta que se abandona o sacrifica al perro porque “es agresivo” o “demasiado dominante”

La importancia de conocer bien a los perros

Hay perros que cuando me los dejan llevar parecen otros. Lo único que hago diferente es ser consciente de qué y cómo le comunico las cosas, respondiendo al lenguaje corporal del perro y haciendo todo lo posible para que el mensaje que le doy sea comprensible para él.

He llegado a tener en la residencia canina durante un mes a un perro que con nosotros era tranquilo, y que, en cambio, con los dueños — que practicaban la teoría de la dominancia gracias al consejo de un veterinario — mordía a la gente o tiraba de la correa como un loco.

A mí no me hizo falta “ser el alfa”

¿Entonces, no hay dominancia?

Cuando alguien me habla de dominancia como si fuera la panacea a todos los males, me entran unos picores insoportables.

Me pongo nervioso porque sé que si empiezo a intentar replicarle que todo lo que cree que sabe está obsoleto, estaré dañando su ego y desafiando sus creencias. Es por eso que suelo evitar estas confrontaciones.

Lo peor, es que seguramente eso que creen viene de tener poca cultura sobre perros. O aún peor, de escuchar a otros pseudo-expertos con poca formación sobre el tema de la conducta y psicología canina.

Y me cabrea, y no puedo ser objetivo. Entraríamos en una discusión sin fin.

Es como intentar convencer a un terraplanista de que la tierra es redonda

Y no sería lo peor que he oído. Una persona que dirigía un conocido zoológico hace un tiempo afirmó que los animales no tienen sentimientos (se ve que en pleno siglo XXI aún siguen en pie teorías del siglo XVII como la de Descartes)


Mi misión en la vida como divulgador

Me vais a perdonar que entre en lo personal

Este artículo — del que sinceramente estoy muy orgulloso — será un recurso que me servirá para que no tenga que volver a repetirme sobre el tema, y así poder informar bien a la gente.

Ante la ignorancia la mejor arma es una buena educación, luego cada uno decide si ocultar la cabeza bajo tierra y seguir creyendo algo que sabe que en el fondo ha estado haciendo mal o si escuchar y crecer como persona, consiguiendo una mejor calidad de vida, basándose en conocimiento científico actual.

Este artículo es mi refutación definitiva a la teoría de la dominancia, que tanto daño está haciendo en los hogares de miles de familias. Considero honestamente que viven en la prehistoria del conocimiento sobre psicología canina y deberían actualizarse un poco.

Una de mis luchas personales es la de hacer desaparecer todos estos prejuicios sobre los perros.

Infundados por los espectáculos que dan los “encantadores de perros”. Es fácil y vende mucho explicar con una misma teoría todo, y hacer que una persona sea la que domina carismáticamente a los perros, pero es extremadamente peligroso creer que es verdad.

Por la gran utilidad que tiene conocer bien la psicología de los perros, es por lo que tengo tantas ganas de escribir sobre el tema.

Siempre recomiendo mantenerse actualizado sobre el mundo del perro, y creo que este blog puede ser una potente fuente de divulgación, precisamente desde el punto de vista de un investigador.

Bonus track

Antes de despedirme, me gustaría añadir un vídeo que me hizo mucha gracia de un youtuber al que sigo, EnricEnPositivo, que habla sobre uno de esos casos en los que tanta gente cree sin fundamento. El “encantador de perros”.

La próxima vez que oigáis a alguien hablar de “ser el alfa” recordad todo lo que os he explicado en este artículo. Le haréis un favor si se lo pasáis.

Deseo que todo el mundo esté bien informado y se deje de pensar en el perro como un lobo

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