No pegues a tu perro

Una cosa es el castigo como tal y otra muy diferente es agredir. Primero dejo claro qué no es castigar realmente y porqué.

No pegues a tu perro
Foto de Ângela Antunes, en Flickr

Y porqué la educación en positivo es importante

N.del A.: Este artículo ha sido actualizado para ser fiel a los últimos avances en el paradigma actual sobre educación canina, basado en investigación científica y mucho más equilibrado que otras tendencias anteriores.

Son muchos los casos en que una mascota no respeta las reglas en casa, por mucho que se le regaña. Se mea en medio del comedor, muerde muebles, ladra a todas horas ... Muchos dueños acaban perdiendo los nervios y, frustrados, terminan pegándoles. Eso no sirve de nada.

Una cosa es el castigo como tal y otra muy diferente es agredir. Primero dejo claro qué no es castigar realmente y porqué. Advierto que este artículo no es fácil de digerir para los que hace tiempo que tienen perro.

Quiero explicar qué es en realidad el castigo y cómo integrarlo en una tendencia de enseñanza mucho más beneficiosa: la educación en positivo.


¿Educar con dolor?

Primero hablo sobre la educación tradicional y su uso del dolor para educar

¿Qué se consigue pegando a los perros?

  • El perro deja de hacer una conducta en el instante por el miedo que le genera tu respuesta. Pero cuando a un perro le damos miedo por morder o hacer algo en nuestra presencia, aprenderá a hacerlo cuando no estemos. Convirtiéndose en un problema mucho más difícil de resolver.
  • Los perros solo entienden de causas y consecuencias inmediatas. Al ser tan específico, este mecanismo puede hacer que eliminar una conducta en todos los contextos sea eterno.
  • El miedo y el dolor genera estrés y emociones negativas para el perro. Y como el perro no consigue solucionar sus problemas de una forma tranquila y correcta, también empeora su gestión emocional. Todo esto a largo plazo pasa factura.

Un ejemplo:

Has “castigado” a tu perro porque se ha meado en tu nueva alfombra blanca, pegándole y gritándole.

El perro puede aprender lo siguiente:

  • Mear en la alfombra blanca es peligroso. Si es cerca de ti.
  • Si hay meado en la alfombra blanca y tú estás cerca, es peligroso. Mejor hacerte señales de apaciguamiento.
  • Tú = golpes, dolor, miedo. Vuestra relación y vínculo se va a la mierda.
  • Lo peor; el perro no ha aprendido nada de lo que querías.

Probablemente si se mea lo hará sin que lo veas y al cabo de unas horas no se acordará de que lo ha hecho, solo sabrá que si hay meado en la alfombra será mejor calmarte haciéndote señales de apaciguamiento — o mejor dicho hacerte ojitos.

Es por eso que a veces los perros nos miran con “cara de culpable” cuando llegamos a casa y sabemos que ha meado. No es fruto de que esté enseñado, sino de que ha aprendido a reaccionar así para calmarte — y funciona.

Consecuencia:

Dejará de mearse en la alfombra blanca en tu presencia, pero la próxima vez meará encima de la alfombra amarilla o peor aún, en tu cama. Y como encima tu presencia es peligrosa, si vuelve a mear será a tus espaldas.


Pegar solo da problemas

Si es muy repetitivo, los efectos de tus “castigos” acaban perdiendo fuerza, y se convierten en algo normal.

El perro nunca acaba de entender del todo la relación del “castigo” con su conducta y, por tanto, el “castigo” ya no lo es; es educación bruta a la que el perro está acostumbrado.

El perro evitará las situaciones peligrosas, lo cual hará pesado mantener una educación. Por no decir que el vínculo será mucho peor.

A nadie le gustaría vivir con miedo. Por eso, los perros más castigados físicamente acaban siendo animales que viven muy cohibidos. No se mueven con total libertad, evitando cagarla otra vez.

A largo plazo el perro puede entrar en indefensión aprendida, que es aún peor. Un perro con indefensión es un perro que deja de luchar, que deja de intentar sobrevivir y que se rinde ante cualquier agresión.

Recuperar a un perro que ha sido educado de esta forma es mucho más difícil y jamás llegan a ser el perro que podrían haber sido. Son perros que se pueden asustar cuando el dueño alza el brazo. Tienen mucha menos confianza en sí mismos y en el dueño.

Si alguna vez le has pegado y te ha cogido miedo, no te preocupes. Si no has llegado a un punto sin retorno, estás a tiempo de recapacitar, reconciliarte con tu perro y recuperar vuestra amistad.

Además, los perros son muy físicos. Si ves a dos perros grandes jugar entre ellos verás que son muy brutos y se pegan golpes muy fuertes. Son como dos niños golpeándose en el hombro para jugar. Si el golpe no viene acompañado de emociones negativas, es hasta divertido.

Todo esto hace que la percepción de un perro de los golpes sea variable y confusa. Lo cual lo hace muy ineficaz porque así no se puede controlar lo que el perro aprende.

A los que les sale bien este tipo de educación, si han tenido buen tacto o suerte con el carácter del perro, lo que consiguen es inhibirlo. Lo que significa que el perro jamás aprende a dejar de hacer algo, si no que le da miedo hacerlo.

Está reprimido. Y cuando esta represión pierde fuerza, hay que refrescarla, empezando de 0 cada cierto tiempo.

A nadie le gustaría vivir así. Ni a perros ni a dueños.

Y se puede evitar

¿Qué es un castigo en realidad?

A veces hay suerte y se hacen las cosas bien sin darnos cuenta. Y es que a los perros les influye más la forma en cómo les dices — el tono emocional — las cosas que no la acción en sí.

Por tanto, el pegar es inútil. Solo expresándonos ya conseguimos el mejor efecto en el perro, y nos ahorramos maltratos de cualquier tipo.

La definición clásica de castigo es la consecuencia de una conducta que consigue reducir significativamente la frecuencia de la misma en el futuro. Si no tiene estos efectos no entra en la definición de castigo.

Hecho con consciencia, se puede castigar sin necesidad de ponernos violentos. En una relación sana hay buena comunicación. Con una o dos palabras — como “no” o “mal hecho” — se puede castigar si se hace bien.

Piénsalo bien, con la capacidad social que tienen los perros… ¿Si no te puedes enfadar nunca con ellos, cómo expresas que lo que han hecho está mal?

Enfadarse y castigar no tiene porqué ser algo negativo. Si se hace sabiendo.

¿Cómo educar a un perro?

La idea es que el global de la educación acabe en positivo.

Por resumirlo de una forma, el 80% de las experiencias del perro deberían ser positivas. El 20% de negativas — que a veces serán necesarias — no deberían de sobrepasar cierto nivel, para que estas sean manejables.

Debemos ser sensibles al bienestar de nuestras mascotas, y es que no cuesta nada hacer las cosas bien — y más sabiendo que está comprobado que funciona mucho mejor que ir a lo bruto.

No hace falta ser un experto en conducta canina para darse cuenta de que es la mejor forma de enseñar. Tanto a un niño como a una mascota. Nos sale de forma natural.

El objetivo de la educación canina, tal como yo la entiendo, es el de enseñar al perro cómo y cuándo mostrar una conducta. Según el caso y las necesidades se aplican unas estrategias u otras, pero siempre teniendo todo esto en mente.

¿Cómo se educa en positivo?

Dentro de la educación canina hay diferentes estilos de educación en positivo y depende de cada profesional. Hay para todos los gustos, aunque pienso que algunos se pasan de positivos.

Por poner un ejemplo, según Victoria Stilwell hay 4 pilares básicos que hacen de la educación una experiencia positiva. Añadiré mi opinión en cada uno de ellos.

# 1. Utilizar premios

El premio es tan poderoso que es capaz, entre otras cosas, de aumentar la frecuencia de conductas deseables y mejorar la experiencia de aprendizaje. Con todo lo que sabemos ahora sobre bienestar animal, era inevitable que surgiera esta corriente y se pusiera muy por encima de otras. Parafraseando la página web de la asociación Open Paw

Si una conducta es agradable (comer, jugar o perseguir) o si le da algo placentero al animal (comida, atención o interacción), el animal mostrará la conducta más a menudo. Si una conducta es desagradable o si no funciona para obtener algo placentero, el animal la hará menos.
El feedback que le damos constantemente a nuestro animal le dice si algo funciona o no. Si un perro nos salta encima y consigue atención, aún si eso significa ser empujado, entonces sabe que esa conducta “funciona”.

Aquí un ejemplo de educación en positivo:

Los premios, que les damos justo después de que hagan algo bueno, pueden ser comida u otras cosas y dependerán de cada perro. Habrá perros que adoren jugar con cuerdas y otros que prefieran la comida sobre todas las cosas.

Pero cuidado

El peligro al utilizar los premios en exceso, es que nos convirtamos en un dispensador de comida para el perro. Haciendo este solo las cosas por interés, si tenemos premios a mano. Cuando les damos un premio, es recomendable también hablarles cariñosamente y acariciarlos para que nosotros también seamos importantes en el proceso.

En un programa de adiestramiento se pueden dejar de usar los premios para solo premiar al perro con el vínculo que este tenga con el guía, acabando así usando la relación para premiar al perro.

#2. Evitar el uso del miedo, la intimidación o el “castigo” físico

¿Se puede estar educando en positivo a tu perro y castigándolo al mismo tiempo? Como hemos visto, sí.

Ese “castigo” podría venir en forma de “no hagas esto”, una llamada de atención. Pero esto plantea un problema:

Aplicando esto al mundo humano, imagina por un momento que estamos en un teatro con 200 butacas vacías, y yo quiero que te sientes en la nº 8. Decido aplicar el castigo como llamada de atención. ¿Qué pensarías de mí si te dijera “NO, muy mal” cada vez que fueras a sentarte en cualquier otra butaca, en vez de decirte algo como “La número 8”? ¿Cuanto crees que tardaríamos? ¿Cual sería tu opinión sobre mi (tu amo) después de decirte que “NO” 50 veces?

No hay que abusar del castigo. Además, hay que compensarlo con otras indicaciones que sirvan de guía a tu perro. Si solo dices que “no” y no le das ninguna pista a tu perro sobre lo que quieres que haga en su lugar, estáis igual.

Imagínate que quieres que tu perro se quede quieto en el sitio:

Tú: “No”
Mascota: Deja de hacer lo que estaba haciendo, como preguntando “Vale, ¿y qué quieres que haga?” No puede interpretar nada de tu “no”
Tú: “…”
Mascota: Se sigue moviendo donde cree que debería
Tú: “No”, “…”

En una relación normal, a una persona no le dirías solo “no”. Si no que le indicarías qué es lo que quieres. Un perro tiene capacidad para entenderte también. No limites vuestra comunicación.

En vez de quedarte solo en el “no”, puedes darle una orden como  “sienta” y así, el perro, en vez de seguir moviéndose, se quedará quieto, que es lo que querías. A esto se le llama redirigir la conducta. Hemos acabado con el problema y conseguido lo que queríamos, pero en ningún momento hemos gritado ni agredido al perro.

# 3. Entender bien el concepto de dominancia

Imagino que más de uno de los lectores conocerá a Cesar Millán. Se hizo mundialmente conocido a través del programa “El Encantador de Perros” por aplicar su propio estilo híbrido de técnicas de adiestramiento tradicional.

Es un show que ha hecho mucho daño a la profesión por hacer parecer que los perros se arreglan con un toque mágico. Jamás es así. Ha recibido muchas críticas y denuncias de los colectivos de profesionales a lo largo de los años.

Tiene un punto de vista del entrenamiento con el que no se puede educar en positivo. La teoría de la dominancia, en la que Cesar se basa, dice que el perro tiene en su cabeza el ranking social de “la manada” (su familia humana) y que lucha por ser el “alfa”.

Para el dueño, esto implica estar constantemente en guardia frente al perro, suponiendo que quiere “robarle su lugar” en casa. Genera rivalidades y empeora el ambiente familiar, porque el dueño se obsesiona y generaliza.

Bajo este punto de vista, supondríamos que el perro se sienta en tu sitio del sofá porque quiere ocupar tu puesto en la jerarquía, quiere ser el líder. Y la verdad es que tu mascota no planea dominar el mundo.

En parte, el mito de la dominancia viene de los estudios que se hicieron con lobos adolescentes. Estos estudios fueron en períodos muy cortos y se centraron en los individuos de rango medio. No se puede sacar de contexto un estudio y aplicarlo a toda la psicología del perro así sin más. Hay que investigar un poquito más.

La dominancia en perros solo se ve entre individuos de la misma especie y en momentos de conflicto por la comida. Cuando dos perros se acercan al mismo tiempo a un plato de comida, el de menor rango cede su puesto sin necesidad de entrar en peleas.

Una vez entiendas bien que el perro no intenta estar por encima de ti, es cuando lo verás de otra manera.

Todas estas creencias populares sobre la psicología canina se siguen propagando, y solo los que estamos actualizados sabemos que es falso. Y que está comprobado científicamente.

Es muy peligroso seguir el consejo para educar de veterinarios no especializados — que al fin al cabo no son expertos en conducta — y “adiestradores” que solo conocen un método anticuado. La desinformación y el intrusismo en este sector es muy grande, y es por eso que escribo este blog.

Hay que vigilar mucho para no causar un daño permanente en el perro cuando se trabaja con según qué cosas. Como según qué herramientas del adiestramiento tradicional que pueden incluso herirlo

Los perros sienten dolor igual que nosotros y a menudo estas herramientas producen más dolor que soluciones. Tanto a dueños como a mascotas.

El adiestramiento tradicional trabajó basándonos en la dominancia y provocó mucho sufrimiento inútilmente.

¿Significa esto que nunca deberías contratar a un adiestrador tradicional? Bueno, yo no diría eso.

Es duro decirlo, pero esta técnica es útil en casos muy extremos, cuando ya se ha probado todo. Cuando ya no le importa al dueño si el perro tiene que sufrir graves heridas físicas o mentales a cambio de que deje de hacer algo. Suele pasar cuando el caso es tan grave que la alternativa es la muerte del perro.

Es decisión de cada uno, y no deja de ser una decisión desesperada.

# 4. Comprender cómo el perro ve el mundo

El conocer a nuestro perro puede empezar por tener curiosidad sobre él. Observar cómo reacciona a cada cosa que hacemos, entender su lenguaje. Informarse sobre conducta canina y preocuparse por él.

También es importante dejar que el perro explore sus sentidos y se exprese. Un ejemplo es cuando volvemos de la calle y empieza a olernos los zapatos, que para él esto es como leer el periódico.

De igual forma que si tuviéramos hijos, deberían preocupamos temas como el lenguaje canino, el bienestar, la educación, etc. Con todo lo que se está descubriendo hoy en día, y los beneficios que da, es vital estar informados.

Haciendo todo esto no solo estaremos mejorando el bienestar del perro, sino que estrecharemos lazos con nuestra mascota mientras la enseñamos a comportarse sin causar ningún daño.

Estuvimos cientos de años domesticando a nuestras actuales mascotas. Yo creo que ya va siendo hora de esforzarnos un poco por tratarlos lo mejor posible. Obtendremos mejores resultados.

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